Peripecias en la capital (Part I)
Bien amigos. Ha llegado la hora de contar las increíbles desventuras del Lord en la gran ciudad, acaecidas el fin de semana del 1 al 3 de febrero.
Viernes día 1: Tras una agotadora jornada laboral intensiva, el Lord regresó a su casa, comió, preparó la maleta y partió para la capital con el recuerdo de otro tiempo. Tras pedir asilo político en casa de ex compañero de piso, el hombre 10, tuvo el tiempo justo de ducharse y prepararse para lo que viniera. Un escueto SMS le sobrecogió: “Gasol a los Lakers”. Animado por tan inesperada noticia se dejó llevar a un viejo conocido, el barrio de Malasaña, siguiendo al hombre 10, que tenía un compromiso con un amigo que había venido de La Coruña. Era una reunión de ex compañeros de un bufete bastante conocido.
Típico restaurante “cool” de Madrid: platos cuadrados, cubiertos de diseño de difícil empuñadura, camareros gays (en plan rudo, estilo Palomo en Magaluf: camiseta negra ajustada, barba de dos días, pelo muy corto). Me anuncian que trabajan la comida de Nueva Orleáns, desconocida para mí, pero muy agradable al observar que todo lleva Jack Daniels. De la cena al parecer se caen varios a última hora (típico). Sin problema: una única hembra que está buenísima (al Palomo le habría encantado), jefa de Recursos Humanos de no sé qué mierda financiera de Caja Rural; el de la Coruña (con deje afeminado pero que resultó ser un buitre de mucho cuidado) y otro varón nativo (único superviviente del bufete). ¿Como quiere la carne?, pregunta uno a uno el camarero. “Con extra de Jack Daniel” respondió el Lord.
Terminada la cena llegamos al corazón de Malasaña, la plaza del dos de mayo, lugar en otros tiempos poco recomendable para ir solo. Ahora está más tranquilo pero sigue siendo un barrio “alternativo”. Primera parada en la calle Velarde, un garito estilo al de la puerta azul al lado del cine Fuenseca. Música indie y las copas empiezan a caer demasiado rápido. Mucho rollo de conversación de batallitas de despacho y la rubia que no se deja hacer.
Más copas.
Salimos del lugar a una hora en la que lo prudente, dado que teníamos boda a mediodía del sábado, era haberse ido a dormir. Pero la noche es lo que tiene. El coruñés insiste en ir al Nasti, ante la oposición de mi anfitrión, que acaba por ceder. Al llegar comprendo el porqué de su disconformidad. Es un jodido antro sin nombre en la puerta (por fuera parece un garaje), oscuro y lleno de gays fashion divinos de la muerte. El coruñés insiste en que no es un bar de ambiente, y es cierto, luego va llegando más gente hetero, pero aún así no mola mucho la proporción de hembras-machos-divinas. Más copas. Veo a un pavo con una chaquetilla dorada con hombreras, una especie de mallas y un flequillo rubio de bote (acojonante, vuelven los 80). Más copas. Veo a dos tíos enrollándose. El lema de los Tronchamozas hace reír a los parroquianos: “El 0-0 no es mal resultado”.
Voy al baño. Episodio surrealista. Por el rabillo del ojo detecto que el tipo que mea a mi lado me está mirando fijamente. El ojo del Lord empieza a ponerse rojo. La mutación a Red-Eye Lord hostiador está próxima. Resulta ser un pibe argentino. “El Nasti este es una mierda”, me dice. Respiro aliviado (no es un rollo gay, está más borracho que yo o es tonto). “Una mierda no, una puta mierda” responde el Lord, aumentando la ira del pibe contra el local. “Mucha publicidad en las revistas, mucho rollo, pero una mierda” sigue cansino relatando mientras miccionamos. “No leas magazines (¿)” respondo, “son todo basura”. “Verás, tú y yo no tenemos look Nasti” (eso es evidente, somos los únicos del local que llevamos vaqueros y camisa) sigue el pibe, “pero aquí hay tíos que se han gastado 50 pavos en la peluquería” (sutil crítica al mundo gay). Me subo la bragueta y doy por terminado el debate, despidiéndome de mi nuevo amigo al que me volví a encontrar mientras seguía a un par de tías disfrazadas de mariquita (literal, me refiero al insecto). Me comentó no sé qué rollo de que discriminaban a los argentinos. “Es por envidia” le respondí, ganándome su eterna amistad.
Más copas. La rubia sigue sin dejarse. Lo prudente sería irse a dormir. Más copas.
Hora de irse a casa. El coruñés, a pesar de estar recién casado, y el nativo superviviente deciden quedarse a ver si pillan algo en el tiempo de descuento. Llueve (de puta madre, a mojarse). Taxi compartido: el hombre 10, la rubia y yo (todos muy bebidos). Me da el bajón y se me caen los ojos. La rubia lloriquea (acojonante) diciendo los típicos rollos de que todos los hombres somos iguales (unos cerdos).
Me acuesto a las 5:00. En pocas horas me voy de boda. Preveo que va a ser un largo día.
Continuará...
La foto es el reverso del programa de actuaciones del Nasti Club, donde suelen tocar Psychocandy, El Guincho, Soft DJ, Pedro Paper, Huracán Ramírez, Merienda Cena (grupo de culto del Gremlin), Leolento, Chiquita y Chatarra, y Three DJs and one MC. Como veis, todos ellos artistas muy consagrados. Y encima se mofan de mi ídolo, el pequeño ruiseñor. Hijos de la gran p....
3 comentarios
Palomo -
El 0-0 ....
Ya veo que Joselito no es un idolo solo para el Lord.Macho, y la pava esa llorikeando... Yo la hubiese cogio por el talle y lo hubiese dicho eso de Antonio Molina(otra frase pa comentar en Seccion Trucho):"YO SE QUE ERES DURA COMO LA ROCA MUJER, PERO YO SOY MINERO, Y EN MI AFAN LLEVO MI PICO Y BARRENA".
Me he descojonao, espero ansioso la II y III parte de la Trilogia, menos es de catetos.
SuperPalomo con Cabeza flamigera -
Rjajaja -
Y el mensaje fue escueto pero directo al corazón. xDD
Quiero saber de la boda, que seguro que tuvo mucho que contar.